Ciudad de México — En un momento histórico, Claudia Sheinbaum tomó posesión como presidenta de México, prometiendo una revolución social y económica que busca transformar el tejido de la nación en los próximos seis años. Su discurso, pronunciado en la emblemática plaza central de la capital, resonó con promesas audaces de igualdad, justicia y desarrollo sostenible, marcando un claro contraste con las políticas de administraciones anteriores.
Sheinbaum, primera mujer en ocupar el cargo, destacó su compromiso con la igualdad de género al proponer la creación de la primera Secretaría de las Mujeres. Con reformas constitucionales en mente, espera garantizar la igualdad sustantiva y el derecho a una vida libre de violencia para todas las mexicanas. “A trabajo igual, salario igual”, afirmó, subrayando la necesidad de erradicar la brecha salarial y las diversas formas de discriminación laboral.
En su visión de una “República con trabajo y salario justo”, la presidenta se comprometió a incrementar progresivamente el salario mínimo, mejorar las pensiones y asegurar la inclusión de trabajadores de la economía digital en el sistema de seguridad social. “Estamos construyendo una economía que prioriza a las personas”, aseguró, enfatizando que su administración trabajará para garantizar que ningún trabajador gane menos que el salario medio.
La propuesta de Sheinbaum se extiende al ámbito rural, donde prometió un enfoque renovado en la soberanía alimentaria. “El maíz blanco libre de transgénicos será un eje rector de nuestra política para el campo”, declaró, buscando asegurar la autosuficiencia alimentaria y apoyar a pequeños y medianos productores.
Además, su compromiso con el medio ambiente se traduce en un ambicioso plan para limpiar los ríos más contaminados del país y construir al menos diez plantas recicladoras de basura, un paso hacia la sostenibilidad que resonará entre los ciudadanos preocupados por el deterioro ambiental.
En el ámbito de la seguridad, Sheinbaum enfatizó que su estrategia se basará en la justicia social, asegurando que la “paz y la seguridad son fruto de la justicia”. Con un enfoque en la atención a las causas de la violencia, planea fortalecer la Guardia Nacional y mejorar la coordinación entre los distintos niveles de gobierno.
La presidenta también se comprometió a invertir en infraestructura, con planes para modernizar carreteras y expandir el sistema ferroviario, creando conexiones más eficientes en todo el país. “México tiene todo para consolidarse como una potencia portuaria y de cabotaje”, dijo, aludiendo a la importancia de la inversión pública y privada para el desarrollo económico.
A medida que Sheinbaum inicia su mandato, los ojos del país están puestos en su capacidad para cumplir estas ambiciosas promesas. Con un fuerte llamado a la unidad y al trabajo conjunto, la nueva presidenta espera que su administración se convierta en un capítulo decisivo en la historia de México. “Estoy aquí para comprometerme con ustedes”, concluyó, resonando con una esperanza renovada entre los mexicanos que anhelan un futuro más justo y próspero.
En un país marcado por la polarización, su mandato podría definir no solo el rumbo de su partido, sino también el legado de la Cuarta Transformación. Las expectativas son altas, y el tiempo dirá si Sheinbaum podrá traducir sus visiones en realidades tangibles para todos los mexicanos.